El día siguiente. ( O, por qué no, éste)

De pronto, de la noche a la mañana, todo cambia. Pierdes la confianza en ti, sientes que no vales, no dejas de repetirte que no vas a conseguir nada de lo que te propongas. Y es que cuando te lo propones, nadie como tú para darte caña y hundirte. Fíjate si eres capaz de conseguir algún objetivo alguna vez que cuando quieres fustigarte eres el número uno.

Y es que a veces, en nuestras vidas, pasa algo que lo cambia todo, por ejemplo se rompe una relación, te quedas sin trabajo, incluso que tus hijos se hacen mayores y se independizan. Se trata de un cambio que no has elegido. No hay opción. Es así y punto.

Resignación… Qué palabra tan fea, ¿no? ¿Cómo se resigna uno a algo que no quiere?  No puedes dejar de preguntarte por qué y de intentar encontrar respuestas donde no las hay… Te sientes triste, te lamentas, te quejas, en definitiva no eres capaz de aceptar tu nueva situación. Hay muchas historias así. Todos conocemos a alguien que ha pasado por una situación parecida, no hace falta que te vayas muy lejos, ¿verdad? A cualquiera le puede tocar.

Y qué decir cuando alguien echa el ancla y se apalanca en algún error, se convierte en alguien incapaz de superar el miedo a equivocarse de nuevo. Seguro que te viene a la cabeza un montón de gente que se pueden identificar, incluso tú en algún momento de tu vida.

    Mucho sentido no tiene tratar de evitar lo inevitable, y una de las cosas más inevitables que existen es el cambio. Y, sí. Muchas veces habrá cambios que no te gusten.  Pero claro, eso no significa que no sean necesarios para que el mundo siga girando.                                                             El caso es que hay que atajar esta situación saltando dos muros.                                         El primero es ese victimismo con el que se regodea alguien, ese “¿por qué me pasa esto a mí?”

    El segundo  es tan tonto como efectivo. Lo podemos llamar «automiedo». Miedo a mí, a escucharme, a sentirme. Aunque la verdad esté ahí fuera, como decía una famosa serie de televisión, lo cierto es que como en casa en ninguna parte. La respuesta, como la belleza,  está en el interior, que también lo decía  cantando unos personajillos de cine animado. Mira(te) para adentro.

    Por tanto:

    • agradece lo que has tenido y has perdido. Lo viviste, sí.
    • sin prisa pero sin pausa, no te duermas en los laureles y reiníciate.
    • gente que sume y que no reste. Abre la puerta a nuevas personas, claro.
    • sigue desprendiéndote de cosas, no esperes y da.
    • todo, y decimos bien ,TO DO, es relativo.

    Y recuerda que esto que te ha pasado no significa nada ni  es el final del camino. Se cierra un ciclo y se abre otro. Una etapa mas. Ya lo decían The Beatles en esta maravillosa versión de Nina Simone “Here come the sun”